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El agua cristalina es un símbolo de pureza, transparencia y fluidez. En la naturaleza, el agua que es clara y limpia refleja la luz, permite ver su profundidad y es fuente de vida. Si aplicamos esta metáfora a nuestras vidas, podemos aprender valiosas lecciones sobre cómo ser mejores personas y afrontar los desafíos con sabiduría.
Transparencia y honestidad
El agua cristalina no oculta nada. En nuestras relaciones y en nuestra vida personal, ser transparentes significa actuar con sinceridad y sin dobleces. La honestidad genera confianza y fortalece los vínculos con los demás. Cuando vivimos con transparencia, evitamos las cargas del engaño y la falsedad, permitiéndonos caminar con ligereza y tranquilidad.
Adaptabilidad y fluidez
El agua nunca lucha contra los obstáculos; en cambio, los rodea, se desliza entre ellos o los transforma con el tiempo. En la vida, enfrentamos cambios y dificultades que pueden parecer barreras infranqueables. Si aprendemos a fluir como el agua, en lugar de resistir, encontraremos nuevas maneras de avanzar sin desgastarnos en luchas innecesarias.
Pureza y autenticidad
El agua limpia es un reflejo de la pureza del entorno. De la misma manera, cuando cuidamos nuestra mente y corazón de pensamientos y emociones tóxicas, nos mantenemos auténticos y en paz con nosotros mismos. La pureza no significa perfección, sino actuar desde la esencia más genuina de nuestro ser, sin contaminación de rencores, envidias o malas intenciones.
Fuente de vida y bienestar
Así como el agua es esencial para la vida, una persona que se asemeja al agua cristalina es una fuente de bienestar para quienes la rodean. Su presencia es refrescante, aporta paz y es capaz de nutrir a otros con su energía positiva. Ser una persona así no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino que también influye en nuestro entorno de manera positiva.
Capacidad de reflejar y aprender
El agua clara refleja el mundo que la rodea, mostrando la verdad sin distorsiones. Si queremos crecer como personas, debemos aprender a reflexionar sobre nuestras acciones y decisiones, mirándonos a nosotros mismos con honestidad y sin autoengaños. Solo así podremos mejorar y evolucionar constantemente.
Ser como el agua cristalina implica vivir con autenticidad, adaptabilidad y pureza de intención. Nos invita a fluir con la vida en lugar de resistirla, a ser una presencia refrescante para los demás y a mantener la transparencia en nuestras acciones. Si adoptamos estas cualidades, encontraremos más armonía en nuestro camino y seremos fuente de inspiración para quienes nos rodean.
Sé claro, sé puro, sé flexible. Sé como el agua cristalina.
Autora:Marisol De La Cruz De León
Psicologa Clinica,Miembro De La Fudación Verdees